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José Ignacio Espinoza

El chileno que dibuja los NFTs de Hasbullah

Un estudiante de construcción civil, que vive en Padre Hurtado, a sus 23 años en Dubái, rodeado de jeques y celebridades. Jamás se imaginó que un par de dibujos hechos en su tiempo libre se transformarían en obras de arte que se valoran entre cuatrocientos mil y los cinco millones de pesos chilenos. Hoy es parte del equipo del controversial Hasbullah, un hombre con enanismo que sólo en Instagram reúne más de cinco millones de seguidores. Esta historia recién empezó a dibujarse.


Es difícil que alguien de la Generación Z no conozca a Hasbullah Magomedov, un joven ruso de 20 años de edad que padece acondroplasia, una forma de enanismo, y quien se hizo viral tras subir videos peleando con el reconocido luchador ruso de la UFC, Khabib Nurmagomedov en 2021.


Actualmente, Hasbullah tiene un contrato con la misma liga deportiva, donde será la cara visible para promocionar peleas de alta convocatoria. Y junto con ello, hoy cuenta con más de 5.2 millones de seguidores en su perfil de Instagram, en donde es reconocido por subir videos golpeando a famosos.


Todos esos factores descolocaron al dibujante chileno Diego Castañeda, de 23 años, cuando recibió una llamada de parte del equipo del mismísimo influencer. ¿La razón? El team del ruso quería demandar al chileno por dibujarlo y viralizarlo en redes sociales.


Sin embargo, lo que parecía una absurda y aterradora historia sobre el insólito poder de los nuevos famosos de internet, tuvo un desenlace inesperado, uno que se sigue escribiendo y que, por ahora, no muestra indicios de tener un final.


Ha nacido una estrella


En medio de la pandemia y el encierro, Diego empezó a dedicar su tiempo libre a dibujar. Agarró una tablet y empezó a tirar trazos. No tiene formación en diseño, mucho menos en arte: sus referentes forman parte de la cultura popular, como Los Simpsons.


El estudiante de cuarto año de Construcción Civil empezó a subir los resultados de su hobby a sus redes sociales. Para julio del 2020, Larrynni (seudónimo que usa en internet), ya acumulaba miles de seguidores en su cuenta de TikTok. Hoy tiene casi 60 mil y cerca de un millón de me gusta.


En los videos que subía, mostraba el proceso de sus caricaturas y estos se movían rápidamente en el cibermundo. Incluso, cuando transformó al cantante Pablo Chill-E en un personaje de Los Simpson, su canal reventó en reproducciones. Este clip tiene casi 900 mil vistas.


Desde entonces, DJ's locales y otras celebridades le empezaron a pedir sus propias caricaturas. “A veces llegaba a cobrar cinco mil pesos por uno”, recuerda, “pero el boom fue cuando Ibai Llanos, uno de los streamers más famosos de España, me reposteó en sus redes. Me hice muy conocido y todo el mundo me comenzó a hablar, todos querían una ilustración hecha por mí”.

Ibai es un famoso streamear y youtuber español, cuenta con 8.2 millones de seguidores en Instagram


Después de esto, otro joven español lo contactó. Conocido como “Dani”, este nuevo personaje en la vida de Castañeda le preguntó si sabía sobre criptomonedas y NFTs. El chileno no tenía idea de nada. “Además de pedirme que investigara acerca de esos conceptos, me pidió que hiciera una ilustración de Hasbullah”, cuenta a Quitra, “la primera vez que leí ese nombre no sabía quien era, después me mandó un sticker de Whatsapp y ahí lo reconocí inmediatamente. Todos lo hemos visto alguna vez”.

Esta es una de las ilustraciones del influencer ruso hechas por Diego


No pasaron ni cinco minutos y el hombre volvió a pedirle nuevas caricaturas del influencer ruso. “Se vendió”, le dijeron al chileno. Y al rato, la siguiente pedida eran otras 30 piezas más.Todas las ilustraciones se estaban vendiendo como NTFs en una página llamada Open Sea.


En sus palabras, Castañeda explica que los NTFs son “prácticamente una imagen o una traducción de un código, que pertenece exclusivamente a la cuenta que lo compró, donde el propietario lo puede utilizar para lo que quiera (...) La discusión que hay es que muchas personas le toman pantallazo a la imagen digital y la utilizan, pero acá pasa algo que también pasa en el mundo real, si tú le tomas una foto a la Mona Lisa, no es lo mismo que tener la original”.


En noviembre del año pasado Diego recibió una llamada que lo dejó saltón. Dani le dijo en tono exaltado que tenían que borrar todas las ilustraciones relacionadas al joven ruso. El equipo del influencer había amenazado con denunciarlos por usar su imagen.


“Llegué rápido a mi casa y cambié todos los dibujos de Hasbulla por los de un mono: le extendí las orejas y lo deformé un poco (...) Todo este proyecto que habíamos montado era sobre dos personas monetizando por un meme”, dice Castañeda. Sin embargo, en menos de un mes, la historia dio un giro inesperado: los mismos que estaban a punto de llevarlos a tribunales, los querían contratar para comenzar un nuevo proyecto. Fue ahí cuando se creó la página Cryptohasbulla, un mercado virtual para comercializar los NFTs elaborados por el chileno. De hecho, sólo bastaron unas semanas para que Castañeda se incorporara al equipo del ruso. Incluso, en enero, fue invitado a un evento en Dubái con todos los holders de los NFTs de Hasbulla, osea, todas las personas que tienen alguna de las ilustraciones con su firma. Sin pensarlo dos veces, decidió reservar un vuelo en dirección a ese país. “Le tuve que explicar a mi mamá todo el proceso que he vivido para llegar hasta aquí. Es un tema denso, no entendía nada, pero casi le metí un pendrive con toda la información al cerebro para que entendiera”, cuenta entre risas.


¿En algún momento consideraste congelar o salirte de la universidad?

“Cuando comenzamos a trabajar con Hasbullah, me pedían quinientos dibujos a la semana y ese fue el ritmo por un mes y medio. Me acuerdo que lo único que pensaba, era que si llegaba a estar así de nuevo, más la carga de la universidad, explotaría. Entonces sí, pensé en dejarla. Además me iba bien, me estaban pagando, podía costear mis gastos, renové mi Ipad y muchas cosas así”, explica.


Los NTFs de Castañeda se venden entre los 400 mil pesos y los cinco millones chilenos.


Tras 15 horas de un largo viaje en avión, el chileno fue recibido de manera muy acogedora en el país árabe: “todos querían que dibujara algo, me sentía como una estrella”. Y cuando empezó a conocer a los usuarios que adquirieron sus obras, se percató de que la gente no solo compraba las imágenes porque fueran de Hasbullah, sino que también, porque les gustaba su arte.


¿Te consideras un artista?

Diego se detiene a pensar. “Considero que lo hago es un arte”, responde.


Castañeda cuenta que a pesar de que en esta parte del mundo Hasbullah Magomedov todavía se está haciendo conocido, una situación muy distinta se vive en Medio Oriente, en donde es brutalmente famoso. “Es casi como Messi”, explica.


Hasbullah y Diego tienen casi la misma edad. Pero el chileno describe al influencer como una persona callada, tímida y quizás porque sólo habla ruso, mientras que su equipo se comunica en inglés y español. "Cuando está en confianza, es un hombre con mucha energía, es bueno para pegar, para correr, para tirar cosas por el aire, es muy simpático, es para cagarse de la risa”.


Hasbullah no canta, no bailan , ni actúa, pero es muy famoso. ¿Qué piensas sobre la fama contemporánea?

“Siento que nació respecto a las nuevas tecnologías. Las personas se muestran en un medio y captan un público, un nicho que crece. La gente hoy busca simplemente entretenimiento y eso es lo que muestran las redes sociales


Cuando el dibujante llegó a uno de los eventos se percató que todos sus dibujos estaban proyectados en una pantalla gigante, detrás del escenario. Aquí es donde Larriny pensó y dijo: “¿Cómo pasé de estar dibujando en mi pieza por cinco luquitas a estar en Dubái?”.



Llegó un momento en que las luces del evento se apagaron y tras una puerta gigante salió Hasbullah, Diego recuerda que las personas se volvieron locas, muchos se subieron encima de las mesas, solo para tener una foto del menudo influencer.


Cuenta que se asomó “una personita de ochenta centímetros, con tres o cuatro guardaespaldas gigantes”. Y mientras los fanáticos comían y conversaban entre ellos, Diego se quedó solo en la mesa y empezó a dibujar al influencer en vivo y en directo. Mientras hacía esto, un comprador le empezó a ofrecer dinero inmediatamente.


Dubai, o al menos la parte que vio él, describe el joven, es un lugar lleno de autos de alta gama, gente de mucho dinero y jeques árabes usando ropa de marca. Cuando Hasbullah invitó a su grupo a una comida en un restaurante, Castañeda recuerda que la fila para entrar daba una vuelta a la esquina, sin embargo, con su llegada pudieron pasar como unas verdaderas celebridades. Y no era cualquier restaurante, se trata del exclusivo Steakhouse Nurs-Et, del famoso chef Salt Bae.


“Me gustaría estudiar algo”, piensa Castañeda, “quizás no una carrera, porque vengo saliendo de una, pero creo que en un futuro si mi meta es ser director gráfico tendré que hacer un curso o algo por el estilo”. Ahora Diego piensa sólo en titularse y sueña con trabajar en alguna multinacional de animación, como Disney, “Cuando me vea en alguna pantalla del cine, podré morir tranquilo” afirma con ambición.

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